
En México, el ir y venir de las ánimas tiene diversas expresiones que cambian según el pueblo o la región. Es el caso de ech’ey, que es la presencia o espíritu de quien falleció víctima de un objeto metálico.
Se dice que al cabo de unos días, en el lugar del suceso se levanta una bola de fuego que recoge la sangre regada, para después dirigirse al mar. Si se le ve pasar, se acude a los hijos para masajearlos en cuello y cabeza, jalando hacia arriba, para que no dejen de crecer. Un estruendo anuncia su llegada al mar y su descanso final.
Tének (huasteco)
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